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domingo, 17 de noviembre de 2013

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Velas al viento



La ansiedad es un problema. Suponía que en este post les iba a contar de que trataba la última porción de mi primer libro de poemas, Niña Rota, pero prima la necesidad de registrar las incertidumbres, las alegrias de las certezas,es decir, las emociones varias que me van transpasando en el aquí y ahora de este trayecto de impresión. 
Hace no tantos días que nos decidimos, la Niña y yo, a marcar el papel; y luego de confirmar con mi ya actual imprentera-editora via mail, que esta vez tenía muchas ganas y completa decisión, cesó por un tiempo el intercambio. Y nada de nada.
La Flor es, ademas de excelente persona, coherente y confiable. Y amiga. Por lo tanto, no hubieran debido preocuparme los silencios temporales; más teniendo en cuenta que ella me previno al respecto, con un escueto pero contundente "tengo algunas cosas para resolver, luego seguiré adelante con vos a full" o cosa por el estilo. 
Y sin embargo... ¿como detonar esa carcoma en el estómago, cuando al abrir el mail, no aparecía ninguna noticia suya? ¿como no castañetear los dientes durante dos nocturnos minutos diarios en frente de la mensajería de fb, al ver qe no tenía ningún aviso de su presencia? Ni un sms... ¡Ay demonios de la inquietud! y que importaba si rendía bien el final, o nació sin problemas la sobrina política... ¿y mi libro? ¿Dónde estaría mi tan proyectado libro? 
Por que la mismísima Niña Rota ama jugar a las escondidas. Y cuando se esconde, no hay poder que la encuentre. Ya sucedió anteriormente, en el 2010 o 2011, creo. Y el año pasado, si no me equivoco, la pequeña asomó sus escombros con tal decisión, que yo confié en la certeza de su visibilidad; tan es así, que además de repartir su voz por los mails de las amigas, se la presenté en aquellos tiempos a Flor, actual imprentera. 
La Niña Rota acudió a ése encuentro donde conocería a quien la anudaría con tinta; sonrió con sus ojazos lastimados y la muy pérfida hasta aseguró su presencia. Bastaron dos días para que caminara con su vocecita aguda hacia algún recoveco de esos que ella encuentra en las profundidades de mi dolor; y así, en las oquedades que le son tan cómodas, silenció su lamento y decidió que no era ésa la primavera suficiente. 
Yo quedé, de nuevo, varada en su ausencia. Y la Flor imprentera, que se toma todo con un espíritu pragmático envidiable, ni siquiera perdió el tiempo en la emisión de un comunicado.
Pero como ahora percibo que La Niña Rota está firmemente cimentada en los engranajes de una balada, no sufro su ausencia... si no la de los demás. 
De todos modos, hoy, domingo de bendiciones (y quien lo diría así, tan religioso) nos comunicamos con la querida editora y ahí vamos, dando los golpes de timón necesarios, para encontrar el viento a favor de la poemaria "Niña Rota".

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