De repente, de un día para el otro, había llegado diciembre. La Niña Rota estallaba, descosía su vestido, desesperada por amanecer a la luz pública.
Organizar una pequeña lectura, para anunciar que necesitaba la colaboración de tods ¿En qué lugar? en los espacios queridos y cuidados: sin dudarlo, La Bandada. Sería lindo que alguien diga dos palabras ¿Laura?
¿Alguien querrá ponerle música? La voz dulce y oscura de la niña... ¡Daniela! ¡Imprimir esos bonos de pre-venta!: ¿la Vero?... y así, la niña rota envuelta en afecto, quería salir a decir que si, que partía de mí, que nacería en Marzo.
Pero nadie vive solo. Ni siquiera ella.
Y miles de niños rotos mostraron su carita deseante, que siempre estuvo escondida bajo la máscara azul del control.
Córdoba se desenmascaraba, la niña rota no: sacar la niña a la calle es un acontecimiento crítico y complicado personalmente, pero feliz, alegre, de plenitud. No existía la posibilidad de mi alegría individual en medio de una situación social tan críticamente postergada y destapada en horas.
Decidí postergar hasta la semana próxima.
Martes, entonces. Y qué martes: 10 de diciembre.
0 comentarios:
Publicar un comentario